Entrerríos Nansa y Deva

Hasta la apertura de la Liébana a la costa, su entrada y comunicación natural seguía este trazado.

Es un buen complemento para un plan que incluya la visita a la Cueva del Soplao, y es que Puentenansa queda cerca de esa maravilla subterránea, de hecho es la capital del Municipio que la alberga, Rionansa. Y es además una población estratégica situada para los amantes de los recorridos por carreteras paisajísticas; aparte de la que aquí describimos, es principio de la routa Por los altos del Nansa que nos asciende hasta Piedrasluengas, y también, a través del paso por Carmona y su collada, enlaza con la Routa de los Foramontanos.

Nada más salir cogemos altura y desde el Mirador de la Tejera tenemos una solemne vista con la Torre medieval de Obeso como protagonista.

Seguimos ganando metros y tras superar el Collado de Ozcalba, que nos da entrada al municipio de Lamasón, el Mirador de la Píquere nos proporciona una perfecta estampa de la realidad geo-etnográfica de estos pueblos. Las sierras verticales, los distintos usos ganaderos adaptados a los diferentes desniveles, terrazas herbosas o claros de brañas, las manchas de aprovechamientos forestales y los pueblucos que todo esto han modelado con la insistencia de las generaciones y el sentido común de la sabiduría telúrica.

Circulamos atravesando el municipio de Lamasón, en el que sus pobladores masoniegos miman orgullosos sus vacas tudancas, y para atenderlas, un mar de praos de siega y cabañas invernales. Tierra de tonadas montañesas con aires asturianos y nobles bosques. Conducimos por un entorno auténtico hasta rebasar la Collada de Hoz y con ello al municipio de Peñarrubia.

Y en seguida a estar atentos porque a la altura del pueblo de Piñeres y su comunicación con Cicera, debemos desviarnos para encontrar la carreteruca de acceso al Mirador de Santa Catalina o Bolera de los Moros. Entre un precioso bosque subimos hasta esta soberbia balconada. Desde sus 750 m. de altitud el pasisaje es sobrecogedor, bajo el desplome a nuestros pies la carretera Nacional del Desfiladero de la Hermida muestra su silueta de serpiente por la que transitan vehículos como en una maqueta. Nos impresiona la profundidad visual, divisando gran parte de la gran espina de la Cordillera Cantábrica, desde los prometedores Picos de Europa hasta la lontananza de la Montaña Palentina.

Estamos a la altura de vuelo de las rapaces y nuestros sentidos planean a lomos de buitre. A nuestra derecha atisbamos el pueblo de Tresviso entre bastiones pétreos.

Esta atalaya natural fue puesto fortificado en la antigüedad y se la conoce como “Bolera de los Moros”, por los restos de planta que dibujan los cimientos del enclave militar.

No nos cansaremos de la contemplación divina. Pero si queremos descender hacia el abismo atractivo, retomaremos la carretera de la ruta y por medio de revueltas llegaremos a adentrarnos en el desfiladero a la altura del pueblo que le da nombre, La Hermida, atravesada por el río Deva, en este punto con aguas surgentes caldeadas. Fin de ruta.

Podemos salir a la Autovía del Cantábrico por Unquera o seguír el curso alto del río hasta Potes.

¡Buena Routa!

Galería de imágenes

Recomendaciones

• Es una propuesta para disfrutar en todas las estaciones. La carretera es excelente dado el poco tráfico aunque tiene algunas curvas técnicas con un trazado para estar atentos.
• Una ruta alternativa desde Liébana al Soplao que complementa ambos destinos y que por influencia de ellos comienza tímidamente a incorporarse a la actividad turística.
• Es una zona bastante aislada, tenemos gasolinera en Puentenansa.

Plano - Guía de la Ruta

Lectura de marcadores

Comentarios