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Slow Tourism
El movimiento SLOW (lento) "por despacio", corriente que busca vivir de una manera menos acelerada y frenética, tiene también su aplicación en el sector turismo.
Para quienes tienen predilección y practican (incluso aún sin saber que ya tiene nomenclatura) este Slow Tourism / Travel, su ocio de calidad tendería a incluir; sentir la autenticidad del lugar destino elegido, sin alterarlo, y procurando un beneficio mutuo entre el huésped y el anfitrión. Un intercambio cultural enriquecedor, formar parte temporal de sus costumbres y un motor económico a favor de la población local.
Un rasgo imprescindible en la búsqueda de la esencia del lugar visitado, es el interés por los alimentos autóctonos. No sólo en el momento de degustarlos sino en todo su proceso productivo. La reivindicación y protección de las variedades gastronómicas locales fue de hecho el nacimiento del movimiento Slow.
La importancia de los detalles, el hueco para la improvisación, la curiosidad abierta a aprender, la ausencia de prejuicios, el trato entre iguales, …todas las aptitudes buscan la naturalidad que permita una inmersión relajada en el destino.
Existen concomitancias claras con el agroturismo, el ecoturismo, el geoturismo, el turismo experiencial, cicloturismo y otras muchas variaciones que, no obstante, de los diferentes nombres, tienen muchos aspectos en común.
Es interesante para los profesionales del turismo valorar estas tendencias en las estrategias de diseño a futuro de su Destino Turistico que tendrá que competir en un mercado absolutamente internacional y cuya oferta definitoria marcará también el visitante recibido y su aporte a la comunidad receptora.
El turismo rural puede fijarse en estas tendencias para mejorar su transversalidad económica resultando atractivo como prestatario de alojamiento a estos públicos concienciados.
El símbolo Slow es el caracol, el caminito de ellos que ilustran este artículo son de la Cuchara del Camesa, en ValDeOlea, Cantabria.